miércoles, 11 de mayo de 2011

A CONTRACORRIENTE

Carácter innovador, atractivo visual y minuciosidad en los detalles: es lo que define a la perfección esta obra de arte de Laith al-Almari, tan poco previsible en Irak, concretamente en la ciudad natal de Sadam Husseim. Hay quien la relaciona con la actuación del iraquí que le arrojó un zapato a G. Bush en una rueda de prensa.
"El artista Laith al-Almari insiste que antes de considerarla una obra política simplemente la ve como "una fuente de orgullo para todos los iraquíes"."
No es para menos, ¿quien no lo estaría?


Fuente: BBC

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